3 de octubre de 2016

El mañana siempre llega, y el mañana es digital.

Decía Peter Drucker que "el mañana siempre llega y éste es siempre diferente. Incluso la organización más poderosa tendrá problemas si no ha trabajado sobre su futuro. Ser sorprendido por lo que sucede en tu entorno es un riesgo, que incluso la organización más grande y más rica no se puede permitir, y que ni siquiera la organización más pequeña tiene que sufrir"

Pero descuida amigo, este no va a ser otro post sobre qué nos viene encima, porque a estas alturas de la película ya tendrías que haber hecho los deberes y, al menos, saber cuáles son las novedades que van a traer consigo la Ley 39/2015, de Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas y de la Ley 40/2015, de Régimen Jurídico del Sector Público. No obstante, si se te ha echado el tiempo encima puedes leer todas las entradas que mi buena amigo Víctor Almonacid ha preparado para ti a lo largo de este último año o, directamente, comparte el Manual sobre el nuevo procedimiento administrativo local que vio la luz hace poco bajo la coordinación de Conchi Campos. 




Esto va más bien de rendirle tributo a la que para los que trabajamos en lo público ha sido simplemente la Ley 30, y para los que andan un poco más despistados, la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común.

Porque hay que ser honestos, si hemos llegado hasta aquí ha sido gracias a ella, a su labor machacona por construir un entramado jurídico-institucional lo suficientemente estable como para soportar casi 25 años después de su aprobación un modelo de Administración pública altamente tecnificado, fuertemente consolidado y con un grado de interconexión entre los distintos niveles territoriales muy considerable. 


La Ley 30 sentó las bases de la actual Administración electrónica con ese art. 45 que todos recordáis, con las reformas de la Ley de medidas del año 2000, pero sobre todo por ese conjunto de empleados públicos (innovadores/intraemprendedores) que supieron interpretarla al calor de los nuevos tiempos y de las nuevas demandas de la sociedad sin que ésta se revelara, totalmente flexible ante los vientos de cambio. 

Éste, simplemente es un recuerdo cariñoso a una Ley que ha marcado un antes y un después en nuestras carreras profesionales, en nuestro día a día. Un norma fundamental para entender el funcionamiento y la organización desde principios de los años noventa hasta nuestros días.

Y qué será de nosotros a partir de ahora? Pues muy sencillo, el futuro ya está aquí, y requiere de nosotros nuevas capacitaciones tecnológicas así como mejores habilidades directivas. Necesitamos directivos públicos profesionales que tiren del carro y nos muestren el camino, pero no lo olvidéis, estos nunca llegarán a ningún sitio si no son capaces de involucrar a todas esos compañeros que se esfuerzan día a día en la base de las Administraciones para que esto funcione. 

Este también es, pues, un tributo al empleado público que no ejerce dirección alguna, pero que forma parte de equipos y de organizaciones que construyen con su esfuerzo recurrente el futuro administrativo que esos directivo hay marcado. Repito, no lo olvidemos nunca, los generales no son nadie sin un ejército que les siga hasta el final, sin un liderazgo que comprometa a todos hacia un mismo fin.

El mañana siempre llega, el mañana ya está aquí... Adiós Ley 30, hola Ley 39, 40. 


Un saludo a todos, nos vamos leyendo. 



2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Gracias por tu aportación Cristóbal, va a ser un cambio de mentalidad, de paradigma y de funcionamiento, y lo mejor de todo es que eso no ha hecho más que empezar.

    Un saludo.

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