Si atendemos a la definición de innovación que nos ofrece Vignolo, Ramírez y Vergara (2010) "la innovación no es más que el proceso a través del cual los sistemas - ya sean biológicos, productivos, sociales, políticos u otros - mantienen la congruencia con el entorno que los hace posibles".
Dicho lo cual, la IA es una innovación en estado puro porque introduce enfoques y capacidades que antes no existían o no eran posibles en el sector público. Dos de ellas que, por evidentes, no son menos importantes, serían:
1.- Automatización de procesos administrativos complejos: La inteligencia artificial permite automatizar tareas rutinarias y repetitivas, como la tramitación de documentos, la gestión de expedientes o la resolución de consultas estándar. Esto no solo incrementa la eficiencia operativa, sino que también libera recursos humanos para enfocarse en actividades más estratégicas y orientadas al ciudadano. Al reducir tiempos de procesamiento y mejorar la precisión en la gestión de datos, la IA impulsa una transformación en los procedimientos internos del sector público, fomentando un modelo de administración más ágil y eficiente.
2.- Mejora en la toma de decisiones basadas en datos: La implementación de herramientas de IA permite analizar grandes volúmenes de información y extraer patrones, tendencias y predicciones que serían inalcanzables mediante métodos tradicionales. Esta capacidad de procesar datos en tiempo real y de manera precisa ayuda a los responsables públicos a identificar necesidades emergentes, anticipar problemas y diseñar políticas más informadas. Al mejorar la calidad de las decisiones, la IA contribuye a generar políticas públicas más efectivas, sostenibles y ajustadas a las demandas ciudadanas.
NOTA: Podéis ver la entrada completa publicada bajo el mismo título en el Rincón de los Datos, disponible en el siguiente enlace.