29 de septiembre de 2014

Planificando según la "intención del Comandante", o cómo hacer de tu Administración una organización con futuro.

Solía decir el mariscal Helmut von Moltke que "ningún plan sobrevive al contacto con el enemigo", ya que los planes cuidadosamente diseñados se vuelven inútiles a los pocos minutos de empezar la batalla porque la realidad es realmente imprevisible. De ahí que, en los años 80, el ejército americano ideara una nueva forma de planificar, creando el concepto de “la intención del Comandante”, que no era más que trasladar con un mensaje claro y rotundo a todos los niveles del ejército el propósito y los objetivos de la dirección, despejando todas las dudas en la cadena de mando e impidiendo que se tienda a la improvisación. 




Si nos movemos en el mundo civil, en las organizaciones en general y, particularmente, en el sector público, nos daremos cuenta de lo difícil que es encontrar en algunos Comandantes un mensaje claro y preciso de a dónde vamos y qué pretendemos conseguir. Según Carles Ramió, por eso, y porque la estrategia de la propia organización lo exige, es tan importante definir un subsistema de objetivos claros, que tengan un número razonable, que sean realistas y que no tengan contradicciones entre los mismos.

Lo sé, últimamente estoy bastante pesado con este tema, pero me resisto a pensar que la estrategia de la organización y, en definitiva, la planificación para que ésta se lleve a cabo no son los pilares en que debe asentarse ésta. Sin haber abordado decididamente ambas cuestiones (la definición de objetivos y la planificación de su ejecución) conseguiremos muchas cosas en nuestra Administración, pero no obtendremos como organización resultados estables en el tiempo que creen valor en beneficio de toda la sociedad. 

Ahora bien, pero ¿qué es exactamente la planificación estratégica y para qué sirve?, pues en mi humilde opinión, una de las mejores definiciones viene de la mano de Marianela Armijo, según la cual:

"La Planificación Estratégica es una herramienta de gestión que permite apoyar la toma de decisiones de las organizaciones en torno al quehacer actual y al camino que deben recorrer en el futuro para adecuarse a los cambios y a las demandas que les impone el entorno y lograr la mayor eficiencia, eficacia, calidad en los bienes y servicios que se proveen. 

Consiste en un ejercicio de formulación y establecimiento de objetivos de carácter prioritario, cuya característica principal es el establecimiento de los cursos de acción (estrategias) para alcanzar dichos objetivos".

Poco más que aportar a tanta claridad y rotundidad en el tema. Solo deciros que, probablemente, dentro de los procesos de mejora e innovación que actualmente vivimos muchas Administraciones públicas, estas cuestiones, tanto la definición de objetivos como su planificación, sean las más complejas a las que nos podemos enfrentar. Hace falta mucha visión de futuro, poco miedo al fracaso y mucho respeto a la organización, esas son, a mi modo de ver, las claves de este cambio.


Un saludo. Nos vamos leyendo.



Ramió, Carles (2014): Management avanzado (pero fácil y breve) para directivos públicos. GIGAPP Estudios/Working Papers. Grupo de Investigación en Gobierno, Administración y Políticas Públicas. Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset, Madrid, No. WP-2014-34, pág. 36

Armijo, Marianela (2009): Manual de Planificación Estratégica e Indicadores de Desempeño en el Sector Público, Área de Políticas Presupuestarias y Gestión Pública ILPES/CEPAL, Chile, pág 15.

4 comentarios:

  1. Hola Borja, voy a pasar este post a dos que están planificando una actuación de mejora. Creo que les puede ser útil.

    Particularmente, me siento más identificado con la teoría de la caza del Mamut.

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    1. Gracias por Compartir Guillermo!

      Y y me pasas la teoría de la caza del mamut por si nos es de más utilidad que todo esto! ; )

      Un abrazo fuerte.

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  2. Efectivamente Borja, lo has clavado. En mi opinión cualquier proyecto que se acometa en cualquier organización, pero especialmente en la Administración Pública, requiere delimitar estratégicamente los sistemas de información y los sistemas de comunicación y con ello sus infraestructuras y sus recursos económicos, humanos, y diseñar convenientemente su estructura orgánica. Para conseguir tales cometidos se hace necesario invocar estos valores militares a los que tu aludes. Recordar que el sistema burocrático basado en la organización jerárquica y división departamental proviene, primitivamente, de las necesidades del poder gubernamental, influenciado por su organización militar, por la necesidad de concentrar el núcleo de dominación junto a la necesidad de una organización para la defensa territorial y la recaudación de impuestos que financiaran la actividad del Estado. El modelo napoleónico del siglo XVI, en el cual se sustenta el diseño de nuestra actual Administración Pública, ya asimiló la administración con la estructura militar, es decir una organización centralizada, jerarquizada, y dividida departamentalmente en unidades estancas.

    Es por ello que los procesos de innovación en una organización burocrática requieren una gran dosis de los valores militares generalmente conocidos: Lealtad para con la organización, para acometer un cambio nada fácil en el que se van a librar amplias batallas en campos hostiles, e interiorizar el sentido del deber para sentirse parte integrante del “pelotón” que ha de posibilitar el cambio. Valentía para liderar el proyecto con éxito, para ello se requiere del “capitán” del grupo habilidades, con paso firme hacia adelante, para improvisar ante contingencias no previstas en la planificación estratégica, y ello, a su vez, requiere conocer individualmente a los miembros del grupo y sus cualidades individuales para motivarlos y sacar el máximo rendimiento de sus capacidades técnicas, a la vez del debido respeto para con los compañeros, especialmente con los subordinados, que constituyen en gran parte el éxito del proyecto, y de estos se requiere compañerismo como clave para lograr la armonía en los equipos de trabajo y posibilitar la optimización de las cualidades individuales de los integrantes. Y por último, la disciplina bien entendida, no en su dimensión limitativa de libertades, sino más bien como actitud hacia un sistema armonizado de conducta, necesaria para la buena coordinación de la organización y el éxito final de la contienda que nos haga izar la bandera de la modernización administrativa y, en consecuencia, de la gestión de los servicios públicos.

    Saludos.

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    1. Hola Cristóbal, gracias de nuevo por tu comentario...es cierto, existen numerosos paralelismos entre la Administración civil y militar, quizá porque la primera se inspire en la segunda que por lo general estaba más y mejor organizada desde tiempos inmemoriales, sino que se los diga a Sun Tzu con "El arte de la guerra", auténtica planificación estratégica 500 años antes de Cristo.

      Un abrazo muy fuerte.

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