Se habla mucho últimamente – quizá demasiado incluso – sobre el influjo que tiene la tecnología sobre las nuevas formas de gestión y gobierno de nuestras instituciones. Fiamos con demasiada frecuencia el buen funcionamiento de las mismas a una digitalización masiva de las estructuras y de su cadena de valor. Creemos que el verdadero maná se llama 5G cuando éste, precisamente, solo tendrá el efecto que todos esperamos si previamente hemos sido capaces de allanar el terreno para que ese efecto multiplicador que puede tener la tecnología juegue a nuestro favor.
Pero lo cierto es que en esto, como con muchas otras cosas, estamos empezando la casa por el tejado y no nos hemos fijado siquiera en que para alcanzar un grado óptimo de digitalización sostenible y controlada primero tenemos que afianzar algo tan elemental como es la «buena Administración», como derecho subjetivo de los ciudadanos, pero también como principio inspirador de todos los poderes públicos.
NOTA: Podéis ver la entrada completa en el Blog de esPublico, disponible en el siguiente enlace.
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