El concepto de Directivo Público Profesional (DPP) está tan manoseado últimamente que es difícil saber a qué nos estamos refiriendo cuando aludimos a dicha figura. La gente que sabe de verdad, como Rafa Jiménez Asensio, ya lo han dejado claro en alguna que otra ocasión al referirse a ésta como «una institución que cumple un doble rol: servir eficientemente al Gobierno para realizar una mejor gestión pública de sus propios asuntos y, en paralelo, reducir los espacios de discrecionalidad política y reforzar la objetividad e imparcialidad creando un núcleo estratégico capaz de llevar a cabo una interlocución efectiva recíproca y de retroalimentación entre el Gobierno y la Administración (Política y Gestión)»
Sin comentarios.
No obstante, hace falta aterrizar el concepto para saber realmente qué representa y cómo se incardina en la vida y milagros de nuestros trabajadores públicos, de ahí que yo me haya atrevido a formular esta pequeña definición que contempla, como no podría ser de otra forma, una visión personal y profesional de los hechos, fundamental si queremos mantener el equilibro de la figura: «La Dirección Pública Profesional es un proceso más que un destino, que permite mantener intacta nuestra vocación de servicio público mientras nos realizamos personal y profesionalmente».
NOTA: Podéis ver la entrada completa publicada bajo el título "Starter Pack del Directivo Público Profesional" en el Blog de esPublico, disponible en el siguiente enlace.
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