Ya es casi una tradición participar en una publicación que suele ver la luz a finales de año y que, magistralmente coordinada por María Dapena, apunta a retos ineludibles del Sector Público. Me refiero, cómo no, al Especial de Capital Humano de Aranzadi LA LEY. En esta ocasión el monográfico se ha titulado “La nueva agenda de la gestión pública: ética, democracia y transformación urbana”, y mi humilde aportación se ha dirigido a explorar cómo la automatización está redefiniendo la gobernanza urbana y transformando el papel de las administraciones públicas en la era digital.
Parto de la premisa de que la ciudad contemporánea ya no puede entenderse únicamente como un espacio físico, sino como un entramado de datos, procesos y decisiones automatizadas que exigen nuevas capacidades institucionales. La integración masiva de tecnologías como la inteligencia artificial o la robotización de procesos administrativos habilita modelos de gestión más predictivos y eficientes, pero también introduce riesgos democráticos y éticos si no se acompaña de mecanismos sólidos de control, transparencia y participación ciudadana.
El texto subraya que la verdadera transformación urbana no reside solo en sensorización o despliegues tecnológicos, sino en la capacidad de las administraciones para combinar eficiencia algorítmica con legitimidad democrática. Este equilibrio requiere evitar que la ciudad se convierta en una “caja negra” gobernada por algoritmos opacos y proveedores tecnológicos sin escrutinio público. En este sentido, la innovación ciudadana se presenta como elemento indispensable para validar, auditar y orientar el diseño de los sistemas automatizados, de modo que respondan a necesidades reales y valores públicos.

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